Es imparable, la primavera ha llegado con toda su inmensa fuerza, la observo desde la atalaya que supone mi visión total del Carbayedo en Avilés, los madrugadores prunos se encuentran desde hace días totalmente floridos, el eucalipto situado en el centro del parque mantiene su eterno color verde, y los frutos proliferan por el suelo, otras especies existentes en el lugar comienzan a despertar del largo y benigno invierno que hemos tenido, especialmente se aprecia ese despertar en el gran roble que permanece al lado del hórreo, otros robles que en su día dieron nombre a este lugar, ya no existen, las sucesivas remodelaciones del parque acabaron con ellos.
Mención especial para los tejos, en el Carbayedo que cuenta con la capilla de San Roque, nunca ha habido ejemplar alguno, aunque sin duda, hubiera sido un magnifico lugar para ellos.
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Lo primero las damas, aquí se puede ver la joven teja del Parque de Versalles, los frutos proliferan en este bello árbol, y una detenida observación, nos deja ver las gotitas que saliendo de los mismos, parecen reclamar el polen de los ejemplares machos, esta operación que se produce en el momento oportuno, es de gran belleza y sumamente interesante.
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